Uno de los principales motivos que nos conduce a la infelicidad es no practicar la aceptación. Y es que es lo más difícil, aceptar las cosas tal y como suceden.

Ante un suceso que no nos gusta, que nos duele, nos rebelamos, lloramos, pataleamos, nos quejamos, esgrimimos culpas y lamentos, dejamos que las emociones negativas controlen nuestra mente. En ningún caso os aconsejo a bloquear vuestras emociones, no, para nada, pero sí a equilibrarlas, a hacerlas proporcionales al estímulo o situación que las ha provocado y luego aceptar. Aceptar es la clave para ser feliz, aceptar que todo pasa por algún motivo y que tiene un fin de crecimiento para nosotros. Aceptar, aunque nos cueste entender lo que ha pasado en ese momento. Aceptar.

Aceptar no significa conformarse ni resignarse. Aceptar significa crecer. Porque cuando aceptamos encontramos la paz, la serenidad, la liberación. Aceptar te hace grande, te libera de tu ego, de querer controlar todo para que pase como tú quieres. Aceptar es comprender que lo que sucedió en ese momento era lo único que podía suceder y que el Universo es perfecto. Somos nosotros los imperfectos, también hemos de aceptar eso.

Cuando aceptas creces porque te estás enfrentando a ti mismo, a tus miedos, a tus inseguridades, a tu oscuridad, por eso la aceptación supone un acto de valentía y es el mayor trabajo de desarrollo personal que podemos hacer.

Aceptar te libera de esa carga que es querer controlar todo lo de fuera, te da calma y serenidad para vivir de un modo más pleno. Te libera de funciones inútiles que no te corresponden y que te restaban energía y te conecta con tu esencia, con tu interior que es donde reside tu fuerza para cambiar tu vida, para conseguir tus metas y aprender de tus errores. No dejes que nade te aparte del camino de la plenitud y el bienestar.

Aceptar te devuelve al momento presente, te permite disfrutar de todo lo que la vida te regala en el día a día. Cuando sueltas el peso de un pasado que no puedes cambiar, tu presente te recompensa.

Por eso yo te invito a soltar tu ego y a aceptar, sí también acepta eso que te pasó, eso que piensas que es lo peor que puede pasarte en la vida. Lo tuyo no es lo peor, libérate. Puedes y mereces volver a ser feliz, depende de ti.