Este fin de semana he recuperado mi fe en el ser humano y eso ha sido gracias a la idea valiente, loca y maravillosa de Antonio Moll de crear el evento Being One donde reunió a los más grandes Maestros del Crecimiento Personal, grandes best seller como Robin Sarma, Donald Walsch, Joe Vitale, Mooji, Mabel Katz, etc. Esto sí que es un ejemplo de pensar en grande para crear en grande.

Estuve allí de voluntaria todo el fin de semana y no puedo menos que relatar mi experiencia allí, y más aún cuando veo cómo la prensa nacional, la de siempre, la de gran tirada, se ceba y hace sangre, porque eso es lo que vende, la carnaza. Y es que el lobo siempre será malo si sólo escuchamos a Caperuzita. Por eso os invito que antes de juzgar a Antonio y a su equipo os paréis a leer y escuchar otras opiniones, sobre todo de parte de los que sí estuvimos allí todo el tiempo.

Yo tengo la certeza de que ni Antonio ni nadie de la organización nunca quisieron estafar a nadie. Cierto es que puede considerarse una mala gestión empresarial, hasta ahí de acuerdo. Quiero añadir que tuvieron mil trabas y para mí, el cambio de ubicación de última hora junto con otras cuestiones financieras causaron que no se cumplieran las expectativas de calidad que las personas que pagaron su entrada tenían. En un evento de tal envergadura pueden pasar mil cosas y en Being One pasaron dos mil.

Lo que me llevo de vivir lo sucedido desde mi labor de voluntaria, no lo cambio por nada. Conocí a gente maravillosa que había pagado su entrada y se pusieron a ayudar con nosotros. Personas que no dudaron en hacer un aporte económico para que las puertas de la Cubierta de Leganés pudieran volver a abrirse el sábado. Aún estoy asentando las emociones tan intensas que allí vivimos: tristeza, miedo, rabia, alegría y una oleada intensa de amor que fue el vencedor de todos los sentimientos que allí se respiraban.

Yo llegué el sábado a las 7,20 de la mañana a presentarme como voluntaria, cada vez se sumaban más personas a ayudar, dispuestas a solventar todos los inconvenientes que sucedieron el viernes de apertura. Cuando nos dijeron al grupo de voluntarios que no se podían abrir las puertas el sábado y que se suspendía el evento, lo primero que tuve es ganas de llorar, no podía creerlo. Luego mi instinto de supervivencia me llevó al miedo, había casi cinco mil personas fuera, que llevaban horas esperando y estaban aporreando las puertas, algunos muy enfadados y con rabia. La verdad que comprendo la frustración y desesperación de todos ellos.  Os juro que pasé miedo, pensé que iban a tirar abajo alguna de las puertas y que nos iban a linchar a los que estábamos dentro. Sin embargo ocurrió todo lo contrario. Las personas empezaron a calmarse, se formaron grupos para meditar, algunos de los ponentes como Robin Sharma, Miguel Ruiz (hijo) y Alex Rovira salieron a la calle con la gente. Se fueron subiendo, uno a uno, a una improvisada mini tarima y hablaron con todas las personas que allí se agrupaban que comenzaron a sentarse en el suelo, haciendo un círculo gigante  para escucharles. Fue mágico, os lo prometo, la paz y la energía que se sentía allí fue increíble. Alicia Sánchez, como presentadora del evento también salió a compartir de corazón unas palabras. Todo el mundo quedó en calma y muchos ya daban ideas para que el evento continuara, ya no importaba que las condiciones de la Cubierta no fueran las que ellos esperaban, los ponentes estaban allí y ellos también, ¿cómo era posible que no se celebrara el evento?.

El equipo de voluntarios fuimos saliendo poco a poco y nos mezclamos con la gente, algunos, empezamos a creer que las puertas se iban a volver a abrir. Después salió Antonio Moll, que por motivos de seguridad, tuvo que hablar desde arriba de la Cubierta, la policía no le dejó bajar. Dio la cara en todo momento y yo que le vi de cerca os aseguro que se dejó la piel por arreglar las cosas. Era necesario pedir donativos para realizar unos pagos que le estaban exigiendo y poder abrir de nuevo las puertas. Una vez más fue valiente y pidió 15 euros a cada persona. Y la mayoría de los que estaban allí no lo dudaron y dieron su donativo y abra cadabra las puertas volvieron a abrirse.

La gran mayoría de voluntarios volvimos dentro a seguir apoyando el evento y a ratitos a disfrutar de los maravillosos Maestros que pasaron por el escenario. Cada vez se sumaba más gente a ayudarnos, os prometo que me llevé tanto cariño y agradecimiento de la gente que no sé cómo transmitíroslo.

El domingo Being One siguió su curso, yo estuve en la puerta recibiendo a la gente desde primera hora. Ya no hubo colas y os prometo que la gente llegaba con una sonrisa de oreja a oreja, con sus ojos brillantes y llenos de ilusión. Muchos volvieron a colaborar con los donativos y tuvimos el privilegio de escuchar y sentir a los grandes Maestros del Crecimiento Personal y Espiritual. Muchos aprendimos que las cosas pasan por algo y que todo lo que ocurrió en Being One fue perfecto, que ese era el evento que teníamos que vivir. Que si hubiera sido de otra forma no hubiéramos presenciado la demostración de lo grande que puede ser el ser humano y no hubiéramos sentido que de verdad “Todos somos Uno”.

Gracias, gracias, gracias.